La noche estuvo tranquila y los
peatones desatentos a los acontecimientos que se daban en ese instante. Los automóviles
estaban estancados en la avenida, los cláxones sonaban estrepitosamente
intentando que avanzara la interminable fila.
- Todo Javier Prado- gritaba el cobrador - ¡Es el último carro! ¡Hay batida! - Intentaba usar sus mejores armas para que suban las personas y al parecer lo estaba logrando - ¡Este va más rápido!
Las
personas que estaban en el paradero abordaba la unidad de transporte,
intentaban llegar a casa lo más pronto posible, así que nadie se percataba con
quien se sentaba ni quien estaba cerca, el cansancio hace que las personas
olviden los detalles de la vida. El joven estaba sentado en la penúltima fila y
ella muy cerca pero ambos no sabían que el otro estaba justo a su costado.
- Hoy no puede demorarse más el carro, ahora pienso que caminar no es malo - Pensaba el joven mientras veía a los transeúntes ir por la calle a paso lento pero más rápido que él- bueno hoy no tengo nada urgente por hacer.
Los
carros seguían sin moverse y el conductor parecía que empezaba a fastidiarse de
tanto estar en el mismo lugar. El cobrador contaba sus monedas, haciendo
cuentas para ver si su esfuerzo tenía frutos y al parecer el día había sido más
que positivo.
- No hay nada interesante en este carro, todos durmiendo de cansancio o de aburrimiento- pensaba el joven de ojos azules, mientras movía la cabeza de derecha a izquierda - Esperen un momento quien es esa bella señorita que está durmiendo, creo que es una estudiante porque tiene una mochila bien agarrada por ambas manos - la miraba sorprendido- ¿Quién será? es la primera vez que la veo en esta ruta- ella no daba señales de despertar y en el carro todo seguía igual- pero pesar de no haberla visto me parece muy conocida.
Los
carros empezaron a avanzar y el conductor sabía que no lograría avanzar muy lejos, él
miraba a todos lados y empezaba a tomar la izquierda y buscar cómo llegar hasta
la siguiente parte del camino. Logró encontrar un camino hasta llegar a la
avenida y todos se bajaron, cada quien tomó su camino.
- ¿Quién habrá sido? bueno es mejor que siga mi camino - decía en voz baja recordándola y olvidándola para regresar a su vida cotidiana- será mejor que me dé prisa.
Tomó dirección
hacia su casa el joven de los ojos azules, como todos los que habían bajado.
Pasaron los días y el joven volvía a casa nuevamente, no estaba seguro con que
carro ir.
- ¿Ahora que carro tomo hoy? - pensaba mientras decidía cual tomar- ayer tomé ese, mejor espero el siguiente- el joven subió al carro siguiente mientras que la gente subía detrás de él, se sentó en el lugar más próximo que vio- ahora que recuerdo tengo que responder un mensaje- pensaba mientras observaba a los pasajeros y respondía el mensaje pendiente- un momento ella es la señorita del otro día estoy seguro - pensaba sonriendo, mientras ella estaba sentada un asiento delante de él en la parte derecha- ¿Acaso me recordará? ¡lo más probable no!
Los carros avanzaban lentamente sin detenerse, para el
horario era interesante para cualquier persona dentro del mismo, a este no le tomo
ni quince minutos en llegar al punto donde todos bajarían a continuar su viaje
diario a casa, todos bajaron sin excepción y empezaron a caminar hacia sus nuevos
paraderos. El joven seguía con la vista a la señorita que iba justamente
delante de él y que al parecer tomaría su mismo camino, la suerte estaba echada
para él.
Estaban
cerca del semáforo para cruzar y él estaba muy nervioso no sabía si hablar,
estaba caminando raudamente para acomodar las condiciones para él y el semáforo
ahora estaba terminándose el verde.
- Hola señorita, la verdad no hablo a personas extrañas yo tampoco y pensaría lo que está pensando, pero da la casualidad que usted para mí no me es extraña, recuerdo haberla visto hace unos días en el mismo carro en el que venía y bueno pensé en presentarme antes que no la vuelva a ver- la señorita lo miro muy impresionada y atemorizada, ella empezó a avanzar hacia el paradero cuando el semáforo ya estaba en rojo- no se valla, no soy una mala persona – empezó a sonar un claxon- me llamo … - tres metros más abajo cayó el joven-no debía pasar estos, solamente me acerque para conocerla y saber cómo se llamaba, ahora no la veo cerca y se está corriendo de miedo, de eso estoy seguro- pensaba el joven que yacía en el suelo con algunos huesos rotos y sin poder moverse- no debía pasar, ¿Por qué cuándo soy valiente me pasa esto? Acaso no todos tenemos derecho a ser valientes.
La
noche vestía su mejor traje porque se podían ver su vestido lleno de puntos
iluminados. Muchas personas miraban al joven estar inmóvil en la pista,
mientras un señor de edad avanzada llamaba a los bomberos a que ayuden al pobre
joven. Algunos conductores seguían avanzando desinteresado por lo que sucedía o
porque tal vez no era necesario que se detuvieran.
“Y eso sería lo que pasaría, por eso creo que mejor sigo mi camino, porque puede pasarme eso o tal vez otra cosa peor si me acerco, ser valiente muchas veces no da buenos resultados y prefiero al menos hoy quedarme con la duda- Pensaba el joven mientras cambiaba de camino para no encontrar el valor y hablarle a la señorita que vio por segunda vez en su vida y tal vez la última, - mejor seguiré caminado a mi casa, es la mejor opción, además soy un cobarde como tú y si la señorita no fuera tan guapa ni siquiera quisiera hablarle, como tú, es triste pensar que soy igual que cualquier ser en este mundo, no sé ni siquiera porque al final termino hablando contigo ni buenos consejos me das, siempre buscas la solución más fácil donde tú nunca pierdas”