En el terminal terrestre “Plaza Norte” había muchas
personas haciendo largas filas para adquirir un tiquete, con el cual podrían
tomar un bus y llegar a su destino. Cerca de las nueve de la noche, los
tiquetes al sur ya estaban agotados, por lo que todos los que estaban en la
fila tendrían que esperar un milagro para poder abordar una unidad. A pesar del
momento de angustia por no saber si esperar, regresar al día siguiente o ir a
otro terminal; las personas en la fila no tomaban una decisión, todos seguían
inmóviles ante su propia angustia.
- En el terminal de
Yerbateros, quizá tengan buses, ya que allá salen los buses cada diez minutos
hasta pasada la media noche, deberíamos ir para allá – Decía un hombre de la
fila, quien quizá buscaba que los demás se unieran a la idea para que él
tuviera más opciones – no creo aquí nos gestionen un bus, yo tengo que llegar a
mi destino por trabajo y no puedo esperar hasta mañana, debo salir hoy.
A pesar que el señor que dio una buena opción a los
demás para poder viajar, no tuvo la aceptación que esperaba. Las pocas personas
que se animaron, empezaron a coordinar para ir juntos y llegar más rápido.
Con la cantidad de personas que se habían unido, se
buscó una minivan con la que podían ir juntos y más barato a Yerbateros. Conforme
el grupo iba saliendo del Terrapuerto, otras personas iban ingresando con paso
apresurado, se notaba la necesidad de tomar un bus.
- Nunca he estado en el
terminal de Yerbateros, ni sé dónde es – Decía para sí mismo Franz, mientras
miraba como salía el grupo que se había organizado – parece que es la única
opción en este momento, y si todos van a ir juntos, podría ir con ellos.
- Tenemos sitio para una
sola persona en la Minivan que hemos encontrado en la avenida, ¿alguien está
interesado? – Preguntó el señor que hasta ahora tenía la iniciativa – ya vamos
a partir, así que se animan ahora o tendrán que venir mañana.
- Bueno que opciones más
tengo, yo debo ir, debo empezar el viaje hoy, mañana tengo que estar allá – Pensaba el joven,
ante la oportunidad que se le presentaba – Yo iré señor, yo vengo solo – Dijo a
viva voz frente a la fila que estaba aún formada, acto seguido tomó su mochila
y caminó con el señor hacia la puerta – ¿Cuánto tiempo nos tomará llegar hasta
allá? – Preguntaba – porque quizá no alcancemos.
- Tranquilo joven,
estaremos antes de las diez de la noche, y allá los buses salen hasta media
noche, no te preocupes, aquí se acabaron los tiquetes porque no salen muchos buses
y agrégale que las personas compran por internet, dejan muy pocos para adquirir
en el mismo terminal.
El tiempo en la minivan pasó muy rápido, ese día el
transito fue fluido y pasaron sin más contratiempo que el mismo recorrido,
tanto así que llegaron en tan solo treinta minutos y no demoraron mucho tiempo
en descender, ya que en el trayecto se había recolectado el pasaje entre todos.
Al bajar y entrar al terminal de Yerbateros, las cosas
eran muy distintas al terminal de Plaza Norte; este solamente tenía filas cerca
de las paradas de los buses, no era un Terrapuerto como tal, sino más parecía
un paradero inicial de buses. La bulla se hacía presente, ya que los jaladores
llamaban a las personas con un megáfono de mano o con voz a todo pulmón,
siempre diciendo a que ciudad se dirigían. Ante esto cada persona se iba
acercando para hacer una fila mientras el bus llegaba. Junto a las paradas de
buses, había ambulantes, que vendían un poco de todo; gaseosas, comida, dulces,
recuerdos, chucherías, entre otras cosas.
Casi a las nueve con cincuenta minutos de la noche,
las personas que venían del terminal Plaza Norte, aún no tenían un tiquete, sin
embargo estaban menos ansiosos porque escuchaban que aún había bus para sus
ciudades.
- Señor, una consulta.
¿Van a seguir saliendo buses?, estoy buscando uno a Tacna.
- Joven, no se preocupe.
Primero debes hacer fila porque cada vez que viene un bus suben los que están
en la fila y ese mismo momento se paga, por lo que mi consejo sería que no se
mueva de allí.
- Bien, estaré a la
exceptiva.
A los minutos, la fila empezó a crecer, ya que el
joven no fue el único que estaba esperando, llegando a colocarse al menos
treinta personas más. Sorprendido, atinó a hacerle una seña al señor del cartel
que empezaba a gritar “a Tacna, Tacna” y al ver ese gesto dijo a lo lejos “Por
favor, espere en la fila, en la fila por favor”. Al término de esta
conversación gestual-sonora, todos los de la fila conversaban entre sí, esperando
que pasen los minutos y que empezaran a llamar para subir al bus.
- Buenas noches señores,
vamos a ordenarnos. Los grupos grandes van a pasar primero y luego los más
pequeños. No se preocupen, que, si no llegaran a subir, tengo confirmado que
otro bus va llegar en quince minutos – decía el Señor del letrero a todo pulmón
– Recuerden que el precio del tiquete es de ciento quince soles.
- A este paso voy a ir al
último lugar – Pensaba – Y quizá no encuentre asiento.
Al término de este anuncio, algunos estaban en
desacuerdo porque los grupos pequeños tendrían menos posibilidades; aunque otros
pensaban que era justo, porque aquel que da el servicio no le conviene o que un
grupo grande vaya en dos buses, ambas cosas son incomodas. Ante este nuevo
problema, todos estaban a la expectativa para poder tener la oportunidad de
subir y olvidarse de ese sentimiento de angustia por no tener bus. Al estar
ordenados y listos para subir, el señor del letrero recibió una llamada y esta
tenía la confirmación del arribo del bus.
- Señores, este es el bus
de las diez de la noche – decía el hombre del letrero mientras paraba el bus –
que se dirige a Tacna. Frente a mí se colocan por favor para poder ir
acomodándolos. Las indicaciones son los siguientes; el bus tiene baño urinario,
aire acondicionado, el precio del ticket como ya les comenté es ciento quince soles.
Ni bien se llene el bus, este se va cerrar y cinco minutos después va partir,
los que tengan maleta por favor avisar para llevarlas a la bodega del carro.
Las personas ordenadas como habían llegado y ya listos
con su maleta en mano, el señor del letrero procedió a contarlos, ya que el bus
tenía un espacio de setenta asientos. Del conteo, se determinó que había varios
grupos, el más grande de ellos tenía treinta y cuatro personas entre jóvenes y
adultos.
- Señores, los cupos están
completos, hasta el joven de rojo se va considerar parte de los pasajeros.
- Y otra vez no alcancé
un asiento, bueno esta vez por dos personas. El próximo bus es mi oportunidad –
Pensaba el joven – y quizá pueda empezar el viaje.
- Señor, disculpe, yo no
voy a tomar el bus, necesito tres asientos.
- Está bien, ¿el que
sigue de la fila que solo necesite un asiento? – Preguntaba el señor del
letrero – ¿alguien?
- Yo, señor. Yo solamente
necesito un tiquete.
- Muy bien, entonces
todos suban y siéntense juntos los que vengan en un mismo grupo, esto por
seguridad y pueda tener un mejor control de sus acompañantes.
Conforme subieron y se ubicaron en los asientos, un
ruido empezó en los alrededores del bus y al parecer solamente se terminaría
con la salida del bus del terminal. Esta bulla venia de los vendedores, quienes
aprovechaban para abastecer a los pasajeros de diversos dulces y platillos al
paso. A pesar que ellos solamente tenían cinco minutos, debían de hacer su
máximo esfuerzo para sacar sus ganancias del día.
- Por aquí un pollo
broaster, estoy al fondo. – Decía el joven a los vendedores – yo tengo sencillo
– Agregaba mientras le alcanzaban su platillo en una bolsa blanca por la
ventana – Ahora si que avance el bus, que debemos llegar al Sur.
Al finalizar los cinco minutos, el acompañante del
chofer conto que todos los asientos estuvieran llenos y dio la señal de
partida, en ese momento el bus se cerró y empezó a partir del terminal. Unos
minutos después que dejaron atrás el terminal, se apagaron las luces en señal
de que debían descansar porque en unas largas horas estarían en Tacna.
- ¿Quiénes habrán
abordado el bus conmigo? – Se preguntaba así mismo – he visto muchos grupos de
personas, diría que al menos ocho grupos – muchos de ellos son jóvenes, quizá
sean familia – Al terminar de cuestionarse sobre la procedencia de los
pasajeros, el joven atinó a ver por la ventana como las luces se iban apagando
y por consecuencia se alejaba de la ciudad.
El bus fue a ritmo constante sobre la pista, aprovechando
las horas nocturnas para avanzar un tramo importante. El viaje parecía guiado
por la luna, que los acompañaba desde la salida de Lima, mientras que el viento
frio los cubría en todo el trayecto.
- ¿Qué hora es? – Se
preguntaba para si mismo Franz – ¿Dónde estamos? – Sus preguntas eran validas y
más aún cuando iba en un viaje solo – Las horas que he dormido hasta ahora han
sido bien aprovechados por mi cuerpo, incluso al estar sentado en un ángulo no
tan cómodo para el cuerpo. Bueno trataré de seguir durmiendo – vio un cartel
que decía “ICA a 10km”– por lo menos ya sé dónde vamos – el bus estaba cerca de
la ciudad y se veían luces, sin embargo estas iban atenuándose conforme seguía
avanzando – ahora si a cerrar los ojos.
Ya para las seis de la mañana, el bus había parado en
el distrito de Yauca y todos los pasajeros habían sido puestos sobre aviso
porque en la siguiente ciudad, sería la parada para desayunar.
Se hizo una parada en Chala, para el desayuno, la hora
fue cerca de las siete de la mañana. En esta ciudad, se procedió a tomar
desayuno en un restaurante cerca a la parada de buses, ya que alejarse podría
tener el riesgo de que el bus se vaya sin ellos.
Al bajar del bus, el grupo se dividió prácticamente en
dos, el grupo grande entró al restaurante “Doña Maria”, que estaba cerca al bus,
mientras los demás estaban en otros restaurantes, porque el primer copaban por
completo las mesas disponibles.
- Aunque sea de pie tomo
mi desayuno, sin problemas, porque igual vamos a seguir la ruta por unas
cuantas horas más – pensaba Franz, esperando que pueda tomar su desayuno, a
pesar de ya no tener sitio en el primer restaurante. Es momento de tomar otra
opción, en la esquina del grifo deben vender – detrás de sus pasos llegaron
cuatro personas más. Ya que tampoco habían tenido la dicha de conseguir un
lugar – Al parecer, no sería el único que tomaría desayuno al paso, también
será más rápido.
A la llegada a la esquina del grifo, que fungía como parada
de buses, el ambiente cambió totalmente, ya que había tres puestos de desayuno
abarrotado de gente, de los buses que iban llegando.
- Bueno, mejor tomo en cualquier
puesto, así podré regresar al bus y no me terminen dejando.
Al término del desayuno, las personas iban regresando
para seguir con el viaje y resguardarse de la garua de la mañana. Cada minuto iban
llegando los pasajeros y poco a poco se iba llenando el bus, es así que el
chofer se preparaba para partir.
Para las ocho de la mañana, el bus empezó a calentar
para continuar su camino y algunos de los pasajeros estaban ya subiendo al bus.
Casi diez minutos después, los pasajeros estaban completos y el bus empezaba a moverse.
- Parece que algunos en
este bus van a divertirse. Estoy muy seguro que el grupo grande son de un
colegio, quizá estén de viaje de promoción. Hasta ahora no me queda claro a qué
hora llegaremos.
El viaje transcurrió con normalidad el tramo que faltaba
hasta la siguiente parada, al ya ser de día, las personas estaban conversando
tranquilamente. Unas horas más tardes ya por las cinco de la tarde, el segundo
conductor indicó que estén preparados para bajar, porque estaban a una hora del
Terrapuerto en Tacna. Tras la indicación, los pasajeros empezaron a ubicar sus
pertenencias para bajar.
Al pasar el tiempo acordado, el bus llegó al
Terrapuerto y los pasajeros bajaron a recoger sus maletas de la bodega. La
noche ya empezaba en Tacna y las avenidas empezaban a tornarse multicolor y el
viento de primavera hacían ese momento el más sublime.
Las personas de aquel bus, salieron para la avenida
industrial a tomar una movilidad que los separaría de tan largo viaje que
habían hecho en conjunto con algunos desconocidos.
- ¿Señor, disculpe, una
consulta, usted sabe dónde venden periódicos?
- Joven, en la salida hay
una caseta donde venden, quizá tengan periódicos, lo digo por la hora.
- Muchas gracias.
El joven fue a la caseta, sin embargo, no encontró
todos los diarios de circulación nacional, pero eso no lo desanimó, al
contrario, atinó a preguntar al vendedor.
- Buenas tardes, ¿Cuánto
está este periódico?
- Buenas tardes joven,
realmente no es un periódico, sino un semanario y realmente no hay buenos
artículos, si deseas noticias te recomendaría otros.
- Bueno, igual lo
llevaré, ¿Cuánto esta?
- Cinco soles.
- Listo, cóbrese, me lo
llevo.
De camino al centro comercial Tacna Centro en un
taxi, el joven estuvo ojeando el semanario que había comprado. “El tour de Ciro
en Tacna”, el título que más le llamó la atención, pero que no pudo completar
la lectura del artículo, porque llegó a su destino rápidamente, ya que en Tacna
todo es cerca, por ser una ciudad pequeña.
Al entrar al centro comercial vio que vendían de todo,
él solo compro unos dulces para el camino y buscó unos audífonos por si se
malograban los que tenía. Antes de salir de aquel lugar, compró una hamburguesa
porque el bus no llegó a parar para almorzar.
Al preguntar en la calle a los ambulantes que tan
lejos estaba la plaza, le indicaron que realmente estaba lejos y en caso
pretendía ir caminando que mejor tomara un micro que pasa por la avenida, que
este lo dejaría en la misma plaza.
Los lugareños no terminaron de explicar y ya estaba el
micro llegando al paradero o lo que parecía uno, motivo por el cual todos le
empezaron a señalar que ese micro debía de tomar y el joven en un sentido de
supervivencia corrió, para que no lo dejara.
- Tacna
se parece a Lima, pero en tamaño escala – se decía así mismo mientras bajaba de
el micro y procedió a acercarse a la iglesia – unas
fotos y al arco, son cosas que no puedo dejar de hacer, para poder
vanagloriarme en redes, como decía el blog de ytuqueplanes.com.
Cerca de
los ocho de la noche, la plaza estaba muy bien iluminada, porque al parecer en
ese lugar se realizaría una presentación de danzas locales, lo que motivó a Franz sentarse.
Al término de la micro presentación, un joven invitó a todos los espectadores a
que se iba a presentar danzas típicas en la Universidad Jorge Basadre ese mismo
día a veinte soles.
- Joven,
me interesa, supongo que van a presentar danzas típicas de la zona, pero me queda
una duda, ¿dónde puedo comprar una entrada?
- En
plaza vea, que está a cinco minutos caminando, vas hasta la avenida Cusco y
tomas la izquierda por tres cuadras. El espectáculo empieza a las nueve.
Como le
había mencionado el joven informante la distancia fue correctamente marcada y a
paso firme se cumplió con el tiempo. El centro comercial era lo que más
iluminaba la calle e inclusive las intersecciones se veían muy oscuras y
desoladas.
Al entrar
al centro comercial sintió que había entrado a otra realidad, el exceso de luz
hacía que se sintiera bien, que se sintiera con ganas de quedarse allí y no
saliera; era una pisca de la modernidad que iba llegando a Tacna.
- Señor
buenas noches, una consulta – decía Franz amablemente al señor
de seguridad – donde venden entradas para el espectáculo de danzas típicas de
la Universidad
- Arriba
– Indicó el vigilante con una voz muy fuerte y desinteresada – si no lo
encuentras busca el letrero.
- Gracias
señor – que raro hombre pensó, pero no dijo nada más.
- Sube uno solo - dijo muy bajo a su radio, el agente de seguridad - anótalo.
Al subir
el joven vio al grupo grande del bus también entrando al centro comercial, pero
no le tomó mayor atención, aún estaba pensando en la diferencia entre la calle
y lo que veía. Al llegar al segundo piso pudo divisar rápidamente el cartel de
la publicidad, por lo que se acercó al mostrador a adquirir su entrada, el
vendedor le preguntó si solo un tiquete a lo que el afirmó con la cabeza y el
vendedor al observarlo, le dijo a qué lugares más podía ir si venia de visita,
a lo que el joven agradeció. Seguidamente, el vendedor le pidió su DNI para
registrarlo y le entregó su boleta con su tiquete. Inmediatamente se retiró y
regresó a las escaleras para irse.
Mientras
descendía se percató que una joven saludaba a una señorita, él bajaba y ella
subía, parecía que no se conocían y se tornaba extraño cuando se percató la
vestimenta de la joven, que parecía un pijama para dormir, como de un dragón.
El joven se había quedado mirándola muy bien, en un par de minutos se podía ver
que su interés había crecido. Franz estaba bajando detrás
de él y no escuchó que comentara alguna cosa en voz alta, pero se percató que
fue en dirección a las escaleras de subida.
Al salir
de plaza vea, Franz se cuestionó así mismo si debía ir
directamente a espectáculo, ya que aún tenía tiempo para conocer la ciudad, es
así que decidió ir caminando a la Mezquita Ba bul Islam, que estaba a unos diez
minutos.
Cuando
estuvo a unos metros, vio que el lugar estaba iluminado, por lo cual aceleró el
paso para poder hacer el recorrido de forma rápida. Su alegría duró poco ya que
se dio con la sorpresa que solamente estaba iluminado por fuera y atinó a
tomarse algunas fotos.
- Bueno,
quizá mañana vuelva a pasar por aquí pero más temprano, quiero saber como es
por dentro – pensaba mientras se alejaba poco a poco del frontis mirando su
reloj – Ahora si falta poco para las nueve, es mejor ir de una vez – al voltear
divisó un taxi amarillo a lo lejos, por lo que le hizo una señal para
arribarlo.
Después
de la negociación del precio turista, el taxista llevó a su pasajero
rápidamente, si bien la universidad no estaba lejos, caminar iba tomarle
demasiado tiempo y llegaría tarde. Cinco minutos después, Franz
ya había llegado. Al bajar del taxi no veía lo que él esperaba encontrar,
porque en el frontis no había ningún anuncio ni personas caminando hacia la
puerta principal. Al estar en la puerta, solamente le pidieron su tiquete, que
tenía impreso un código y un color, así que lo dejaron pasar al confirmar esa
información.
Al
ingresar, le señalaron el camino que lo iba a llevar al auditorio. Pasos más
adelante, encontró una pequeña escalera que lo llevaba al auditorio. Ya cuando
ingresó y se sentó, vio que aún no iniciaban, por lo que sacó su semanario y se
puso a ojear. Al pasar unas hojas, encontró un titulo “¿Un caso de pishtacos en
Tacna?” y que tenía los pormenores de una mujer que fue raptada.
- Estas
historias son impresionantes – Pensó Franz – como cuando Anthony
Choy cuenta en su programa. Espero que sean solo historias inventadas – empezaron
a bajar las luces, de modo que tuvo que cerrar su periódico – ya va empezar.
El joven
al voltear para ver si el auditorio estaba lleno, vio nuevamente a la persona
del pijama del dragón, pero esta vez estaba siendo intervenido por dos
oficiales.
Al
apagarse completamente las luces del auditorio y empezó el espectáculo, todos
se enfocaron en el primer número, que fue titulada por el presentador como “La
Zampoñada”, el cual tenía a ocho parejas dando el mejor espectáculo. Al
terminarse, las luces se volvieron tenues y los artistas, se despidieron del
público entre aplausos.
Antes de
cesarse los aplausos, una mujer se acercó al estrado impaciente, buscando al
presentador, mirando de reojo detrás del telón para hacerle una señal y que
puedan atenderla. Cuando parte de la administración del espectáculo se percató
que una persona del publico estaba cerca del estrado, atinó a acercarse a ella
para ver que necesitaba, es así que ella atinó a contarles lo que le ocurría.
Una vez
que terminó el primer número, la encargada del espectáculo le hizo una señal al
presentador para que se acercara y le indicó que la señora quería hablar en el
micro, por ser de carácter urgente. Ante esto, el presentador le hizo un
espacio a la mujer después de los aplausos, quien tomo el micrófono y empezó a decir
que su hija no había regresado de los servicios higiénicos, seguidamente empezó
a describirla para saber si alguien la había visto. Ante esas palabras tristes
y llenas de desesperanza, no calaban en el público. Muchas personas del público
murmuraban y otras aprovechaban el entretiempo para acudir a los servicios higiénicos,
lo que también hizo Franz.
Un hombre
del público indicó que él había visto a la chica con un joven de mochila y que
seguramente estaría afuera con él; mientras que el taquillero indicó que ese joven
del que hablaban lo había visto entrar y que el recordaba que su tiquete era de
color morado, que por ese detalle podrían reconocerlo. Al escuchar esto Franz
pensó que no se referían a él, por lo tanto, siguió caminando tranquilamente. Unos
pasos más adelante, escuchó a lo lejos que se referían a un joven solo que iba
con una mochila grande, por lo que el joven procedió a acelerar y buscar donde
esconderse.
- El
Perú es un país con poco objetividad para preguntar cuando ocurre algo malo y
más aún cuando el acusado es un foráneo – pensaba para si mismo, mientras
escuchaba que esa persona había venido sola y estaba de paso en la ciudad –
creo que no tengo mas dudas, ellos hablan de mí, es mejor que me ponga a buen
recaudo – se decía a si mismo mientras caminaba a los servicios higiénicos y
vio que estos estaban atrás del auditorio y escaleras abajo – creo que cuando
pase unos minutos más, se van a calmar.
Un minuto
después la mujer por el micro empezó a decir las características de la persona
que se había llevado supuestamente a su hija y todos estaban atentos. La
descripción era exactamente la del joven y los comentarios empezaban a avanzar
entre la gente que iban a los servicios higiénicos.
- Hablan
de mí, no hay duda – Pensaba para si mismo, mientras bajaba las escaleras, a lo
que escuchó “está yendo al baño, síganlo” – si me encierro en el baño, no
podrán sacarme, pero en caso no tenga una puerta dura, la tirarán abajo –
seguía bajando mientras veía que, a la izquierda de la puerta del baño, había
otra puerta, que estaba aparentemente cerrada – por aquí debo irme, no tengo más
opciones – al forzar la puerta unas veces, logró abrirla – primero bloquearé la
puerta.
Al evitar
que la puerta pueda ser abierta por fuera, los que seguían al joven, entendieron
que esa puerta no podía ser donde estaba porque no se podía abrir, así que
entendieron que el fugitivo debía estar solamente en los servicios higiénicos.
Al mismo tiempo el joven en la oscuridad pudo entender que estaba en un cuarto
de servicios, lleno de utensilios de limpieza. Unos segundos tuvo que esperar
para poder ver mejor en la oscuridad y pudo percatarse que en techo había
cables y tubos de servicios, los cuales siguió con la mirada y pudo percatarse
que este cuarto tenía otra puerta, que estaba sin llave, de modo que pudo
entrar sin problemas y encontró un pasadizo con una la luz tenue, tanto así que
solo permitía ver a pocos metros hacía adelante, él solo aceleraba el paso,
porque aún sentía que estaba en peligro.
Conforme
iba avanzando, empezó a ver muchas puertas, que iba intentando abrir, pero
todas estaban cerradas con llave, ya que quizás no habían sido usadas en mucho
tiempo. No se detuvo a intentar más y siguió avanzando; sin embargo se escuchaban
ruidos y Franz sintió miedo, porque el ruido parecía un chillido de ratas, por
lo que empezó a buscar de donde venia.
Unas
puertas después, encontró el origen del ruido, que cambió la perspectiva del
sonido, fue que en realidad eran ruidos de sufrimiento de personas, que se
encontraban en un cuarto cerrado, en el cual no se veía ninguna luz que salía por
las rendijas de la puerta. Al darse cuenta que no podía abrirla, siguió su
camino, pensando en como ayudar a esas personas. Al final del camino, vio que
la salida estaba a su derecha y que a su izquierda se encontraba un gabinete
contra incendio, donde había un hacha.
- Esto
puede ayudar, debo regresar – decía Franz, tomando el hacha – es
la única forma de que esas personas salga, no creo que estén por su voluntad
allí – murmuraba mientras caminaba hacia la puerta – retrocedan, voy a intentar
romper la puerta.
A punta
de golpes, logró hacer un forado lo suficientemente grande para que salgan las
personas que estaban dentro, aparentemente todas eran mujeres y jóvenes. Cuando
salieron se pudo notar que todas estaban vestidas de blanco con un tatuaje en
la pantorrilla izquierda.
- ¿Por
qué están aquí? – Preguntó Franz, no obstante, no
recibió respuesta – ¿qué les ha pasado? – Solo mostraron su pierna con la marca
– para que puedan salir, deben ir hacia allá, hay una puerta – no le
respondieron, pero empezaron a caminar con paso muy lento, arrastrando su pierna
izquierda – al regresar la mirada para dentro de esa habitación, vio a la joven
del pijama de dragón – ¿tú no vas a salir?, te están buscando – la joven estuvo
demasiado aterrada y no podía reaccionar – no te puedes quedar aquí.
La joven no
podía emitir ninguna palabra y al parecer estaba en ese lugar hace pocas horas,
por lo que salió temblorosa y muy despacio, arrastrando su pie ensangrentado.
Si bien Franz
hizo ruido durante la destrucción de la puerta con el hacha, en el exterior no
se había escuchado, dado que las personas que lo buscaban, solamente se
limitaron a buscarlo entre los que se encontraban dentro de los servicios higiénicos,
claro está, no lograron encontrar a nadie con las características que se habían
mencionado. Es por ello que buscaron en los servicios higiénicos de damas,
donde tampoco encontraron nada. Ante la oscuridad de la noche y la poca luz que
tenía el lugar, no pudieron divisar a lo lejos a nadie que estuviese corriendo;
por lo cual entendieron que esa persona se había desaparecido.
- ¿Quién
habrá puesto a esas mujeres en ese lugar?, ahora depende de ellas poder llegar
a salvo a casa – pensaba Franz mientras iba corriendo
hacia el otro extremo – Aquí hay una escalera de extensión de madera, al menos
se podrá salir – al colocarlo en la pared, prosiguió con subir y salir por el
pequeño espacio que se tenía – este espacio es suficiente para salir.
Ya al
estar afuera, respiró mas tranquilo, porque estaba a unos cien metros del auditorio.
En ese momento de pie, pudo escuchar muy bajo “aquí hay mujeres, están heridas,
llamen a una ambulancia”. A lo lejos se veía como muchas personas se acercaban
a ver quienes iban saliendo, sin embargo las mujeres no podían caminar por si
solas, por lo cual solo las acostaron en el suelo mientras esperaban a la ambulancia.
Al
instante sonó un celular.
- Aló,
ese dato que me diste es correcto; son seis mujeres, pero hay una más, una
joven, quizá no tenía mucho tiempo encerrada. Pero no está tu hija. Sácame de acá.
Han llegado a Tacna.