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jueves, 22 de mayo de 2014

EL CUARTO OSCURO Y LA VOZ SINIESTRA


  • Papá ¿Qué hay en ese cuarto?
  • Princesa no puedes entrar ahí, debes evitar que tu hermana y tu hermano entren.
  • Papá ¿Qué hay allí?
  • Pequeña te voy a decir que hay dentro si prometes no entrar.
  • Te lo prometo papi.
  • En este lugar hay cosas malas y otras buenas, pero debes tener cuidado con los ladrones, asesinos, monstruos, demonios y muchas cosas desconocidas, por eso deseo que no entres.
  • ¿Alguna vez has entrado?
  • Sí, pero tú no debes ingresar, quedamos en eso.
  • Está bien.
  • Bueno pequeña nos vemos tengo que ir a trabajar- decía el padre mientras la abrazaba- cuídate y ya sabes.
  • Si, lo tendré en cuenta siempre.
El padre se despidió de su esposa y siguió caminando directo hasta tomar la perilla de la puerta, volteó inmediatamente sonriendo. Era por demás que lo volviera a decir pero con esa sonrisa le estaba confirmando mucho a su esposa, él cerró la puerta lentamente y partió rumbo al trabajo.

La pequeña fue a su dormitorio, el cual estaba en el segundo piso, donde compartía cuarto con su hermana menor, su hermano tenía otro cuarto, la regla es clara niñas con niñas y niños con niños. Ella les contó a sus hermanos los que le había dicho su papá y que también no le contara a nadie más.
  • Tenemos que entrar- Dijo la hermana mayor, esperando que sus hermanos aceptaran- papá se ha ido a trabajar, es el momento.
  • Y si encontramos lo que nos contaste- decía su hermano mientras leía en la pared en un calendario: “La verdad os hará libre”- tengo miedo.
  • Yo pienso que deberíamos ir- Dijo la hermana menor- debemos saber que hay ahí.

Los niños empezaron a caminar rumbo a esa habitación, observando hacia todos lados, el hermano siempre viendo la retaguardia, por si la madre venia, mientras sus hermanas estaban viendo la forma más rápida de llegar, sólo cinco pasos y ya estaban en la puerta. Los cinco pasos ya se habían dado y se miraban entre ellos para ver quien sería el valiente de tomar la perilla de la puerta y girarla, las hermanas eligieron al hermano, quien se negó al comienzo, pero recordando lo que había leído, tomó la decisión de ser el elegido para abrir la puerta. Él abrió la puerta, para adentro estaba más oscuro que la noche y esta hizo un ruido, pero no el típico de chillido de bisagras viejas, sino el de una voz siniestra: “Se atreven a venir aquí sabiendo que hay dentro”, los niños salieron a toda carrera al cuarto de batalla donde habían planeado todo inicialmente, pero el hermano estaba prendido de la perilla y muy asustado para reaccionar, su hermana regreso y lo jaló tomándolo del brazo y el inmediatamente cerro la puerta de un solo golpe.
  • Escucharon eso o solo fue mi imaginación – decía la hermana mayor, mientras su aliento se entrecortaba, su respiración estaba muy fuerte como para continuar hablando- ¿Qué hacemos?
  • Ya no regresemos – dijo la hermana menor- yo también lo escuche.
  • Tenemos que regresar, necesitamos hacerlo, es nuestra obligación porque ya hemos abierto esa puerta y ahora hay que cruzarla.

Acordaron volver y no echarse para atrás, pero nuevamente el camino se tenía que hacer y los pasos eran más lentos como acompañando la música de Mozart “Carmina Burana”, ellos al llegar nuevamente frente a la puerta, tuvieron miedo pero también emoción por lo que conocerían, el hermano siguió siendo el elegido para abrir la puerta, y los tres tomados de la mano lentamente atravesaron la puerta, no había nada que ver solo ellos tres dentro de la inmensa oscuridad, siguieron avanzado hasta estar en la mitad del cuarto y de pronto la puerta se cerró sin hacer el menor ruido, la voz siniestra nuevamente dijo: “Estaba seguro que volverían, ahora su osadía hará que sepan que había aquí dentro, Siéntense y cierren los ojos para que no tengan miedo” La voz comenzó a tomar un tono más natural y empezó a decir:

Un niño de unos diez años llegaba a casa mojado y le pedía a su padre que se quedara con un perro al que había encontrado en la calle, que él lo cuidaría y que no daría problemas. El padre se negó, porque sabía que no lo cuidaría, como él alguna vez también prometió, pero el niño le dijo, “Papá si te doy una razón importante, ¿me dejarías tenerlo?” , el padre medio confundido asintió con la cabeza y se sentó para poderlo escuchar. El niño empezó a contarle diciendo: “Papá hoy cuando venía de la escuela, iba caminando por la acera y lo vi que no podía caminar bien, sentí pena por el e intente seguir mi camino, cuando de pronto vi que un auto venía a toda velocidad contra mí y yo salte para que no me atropellara y así fue, solamente que caí por el pequeño acantilado que está al lado de la acera, rodando hasta caer al lago. Estaba muy adolorido por la caída y no podía nadar, entonces el perro corrió hasta el lago a ayudarme, se subió a una rama de unas plantas que están cerca al lago y se rompieron estas, dándome de donde sujetarme y poder salir tirando de ellas.”

El padre lo abrazó a su hijo y le permitió tener el perro, no se había dado cuenta que al animal que le negaba la entrada a casa era un héroe vestido de un desafortunado callejero que sólo necesitaba un hogar y amor por dar. En ese momento las luces se prendieron lentamente, mientras la voz decía: "¿Quieren conocer más historias, lugares o personas?”, los niños muy emocionados asentían con la cabeza y al estar las luces completamente encendidas notaron que era un cuarto de lectura, donde había todo tipo de historias y para todo tipo de edad. Su madre abrió la puerta, haciendo la simulación como si entrará, porque realmente ella siempre estuvo dentro y fue abrazar a sus hijos, ellos ya estaban iniciados en el hermoso mundo de la lectura y eso la alegraba, desde ese día siempre en aquel cuarto faltaban algunos libros pues estaban siendo leídos y disfrutados.